El capítulo 4 describe lo que el autor define como el misterio principal de la vida cristiana. Este puede dividirse en dos partes. Por un lado nos encontramos con la condición del hombre natural, apartado de Dios, descrita en las escrituras como un estado de muerte. En esta condición el hombre es incapaz de sentir inclinación alguna por deleitarse en Cristo. Por otra parte el gozarse en Dios es claramente una responsabilidad del hombre, expresada en la escritura mediante mandamientos.
El hombre se enfrenta entonces ante la responsabilidad de un deber que no puede cumplir. Sólo Dios puede despertar en nosotros inclinación hacia el gozo en Jesucristo. Esta capacidad de disfrute es un don suyo.
Piper explica que es importante tener en claro esto, por varios motivos. 1) Porque debemos aceptar la verdad, no importa lo que implique. 2) Porque aumenta nuestro gozo en Dios al combinarlo con la gratitud por su don. 3) Porque sabiendo esto buscamos el gozo con más presteza que si creemos que depende de nosotros. 4) Evita que caigamos en el legalismo de pensar que la vida cristiana se basa en nuestra fuerza de voluntad. 5) Este pensamiento glorifica a Dios.
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