domingo, 22 de agosto de 2021

Padre nuestro...

Padre nuestro...

"Cierre el día con acción de gracias y oración. Repase todas las bendiciones del día y de gracias a Dios en detalle por ellas. Nada es tan útil para incrementar la fe en Dios y su Palabra como una revisión calma, al cierre de cada día, de aquello que Dios ha hecho por nosotros en ese día".

Si analizamos el Padre nuestro, la oración propuesta como modelo por el Señor Jesús, en función de los diferentes elementos que lo componen, lo primero que encontramos es una apelación directa al Padre. A primera vista este hecho pareciera no tener nada de particular. Después de todo, dirigirnos de manera explícita a una persona es lo primero que hacemos cuando queremos interactuar con ella. Sin embargo, prestarle atención a esto nos ayuda a entender la importancia que tiene la oración, precisamente en ese sentido, como un medio para que la percepción que tenemos de nuestra vida en sus más diversos aspecto, se desarrolle en interacción con Dios.

Sean conscientes o no de ello, todos los hombres tiene una concepción de su existencia que orienta su transito por ella. Esta concepción es fruto de una reflexión que el hombre desarrolla sobre su propia vida y el mundo que lo rodea a medida que vive y atraviesa por distintas circunstancias. La oración implica una reflexión consciente y deliberada sobre nuestra vida, que se desarrolla en diálogo con Dios, interpelándolo de manera directa, y asumiendo una actitud de sumisión a él.

Mi vida tiene que estar enfocada en Dios. Dirigirme a alguien de manera explícita me lleva a fijar la atención en ese alguien, y me lleva, además, a hacerlo de una manera vívida y personal. Después de todo, yo puedo pensar en una persona y hacer algo, incluso, para tal persona, sin dirigirme directamente a ella. Mis reflexiones sobre Dios y sobre mi vida en relación a Dios adquieren, en este sentido, un carácter especial cuando las elaboró en comunicación con él por medio de la oración.


(Continúa)

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