Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 1Jn 5:4
“...todo lo que es nacido de Dios vence al mundo”, esta frase expresa cierta relación de prevalencia o superioridad de lo que es nacido de Dios respecto al mundo. Es decir aquello prevalecerá sobre esto último.
“Lo que es nacido de Dios”, tal vez podría definirse como lo que proviene de Él, lo que se origina en el acuerdo a su voluntad. Esto vence al mundo, a la forma en que se organiza la vida de aquellos que viven o tratan de vivir con independencia de Dios y se encuentran entonces, inconscientemente o no, a la deriva y vulnerables a los ataques del enemigo. Lo que es nacido de Dios vence a esto último.
¿Esto se presenta como la justificación de lo dicho en el verso anterior, respecto a que los mandamientos de Dios no son gravosos? Es decir, ¿significa que los mandamientos de Dios no son gravosos porque en definitiva aquello que se origina en Dios (como ser lo que surge a partir de la obediencia a sus mandamientos) prevalecerá o vencerá a aquello que se origina en el sistema del mundo separado de Dios?
¿En que forma lo primero vence a lo segundo? Sabemos que a la larga lo nacido de Dios es mejor y es eterno, lo mundano, por el contrario es pasajero y sujeto a condenación. Tal vez esta victoria tenga cierta relación con esto. Será también más bienaventurado e infinitamente más beneficiosos para aquel que se somete a la voluntad de Dios, el seguir dicho accionar que el dejarse llevar por las corrientes del mundo.
Cuando me enfrento a situaciones que encierran la necesidad de una elección debo decantarme entonces por aquellas opciones o cursos de acción que están de acuerdo a la voluntad de Dios. Esto, lo que es nacido de Dios. vence al mundo, a las acciones que no se estructuran de acuerdo a sus designios.
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