Reseña de Cuando no deseo a Dios (John Piper), capítulo 9.
Asiéndose del ejemplo de los cristianos de la iglesia primitiva se pregunta a que acudían estos como modelo para sus oraciones, encontrando como respuesta los siguientes puntos de referencia:
Podían basarse en el Antiguo Testamento (Sal. 90:14, 51:8, 51:12, 90:15, 85:6). Podían basarse en el naciente Nuevo Testamento personificado por ejemplo en la persona de Pablo (Ro. 15:13, Col. 1:11). Podían seguir el ejemplo de Jesús mismo (Jn. 16:24).
Piper destaca que en su oraciones los primeros cristianos buscaban la gloria de Dios y esto se relacionaba con el gozo de ellos (Juan 14:13, 16:24), y enumera como ejemplo una serie de motivos por los cuales oraban:
Para exaltar el nombre de Dios en el mundo (Mt. 6:9). Para extender su reino en el mundo (Mt. 6:10). Pedían la plenitud del Espíritu Santo (Lucas 11.13, Ef. 3:19). Pedían por la salvación de los incrédulos (Ro. 10:1). Por sanidad (Stg. 5:13-15). Por sabiduría estratégica. (Stg. 1:5; Col. 1:9). Por unidad y armonía (Jn. 17:20-21). Pedían a Dios que los ayudara a conocerlo mejor (Col. 1:9-10, Ef. 1:17). Pedían ayuda para comprender el amor de Cristo (Ef. 3:14, 18-19). Procuraban una percepción más profunda de la esperanza segura (Ef. 1:16, 18). Pedían fortaleza y paciencia. (Col. 1:9, 11, Ef. 3:16). Que su fe fuera preservada (Lc. 22:32, 21:36). Ayuda para no caer en tentación (Mt. 6:13, 26:41). Acudían a Dios para que cumpliera sus propósitos y los capacitara para hacer buenas obras. (2 Ts. 1:11, Col. 1:9-10). Pedían por el perdón de sus pecados (Mt. 6:12). Acudían a Dios para que los protegiera del enemigo. (Mt. 6:13).
El autor encuentra una estrecha relación entre oración y meditación, y de ambas cosas con el Espíritu Santo y la Palabra de Dios. Sin meditación en la Escritura nuestras oraciones no reflejarían la voluntad divina, y sin ayuda de la oración los esfuerzos por obedecer la Palabra fracasarían o incentivarían un orgullo fariseo.
Este vínculo también se daría en el hecho de que el Espíritu trae gozo allí donde la Palabra de Dios es el centro, ya que sino, sin la guía de la Escritura que señala a Cristo, un gozo producido no en relación a él, no lo exaltaría.
El autor concluye el capítulo presentando una especie de ayuda memoria formado por las iniciales de cuatro palabras, que el usa como guía para sus oraciones. El acrónimo en cuestión es IAUS, que significa INCLINA, ABRE, UNE y SATISFACE. Mediante este recurso uno puede tener presente la necesidad de pedir a Dios que inclina a él los deseos de nuestra alma, que abra los ojos de nuestro corazón para apreciar su gloria, que una nuestro corazón en él de forma que no haya partes del mismo volcado hacia otras cosas, distraidas de Cristo, y que hallemos satisfacción en Dios y no fuera de él.
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