Con el desarrollo científico-tecnológico, no podemos hacer lo mismo. Por empezar, no sabemos cual es el tope de este desarrollo, o siquiera si lo tiene. No estoy de acuerdo con la gente que dice "ya está todo inventado" ¿Cómo puedo estar todo inventado? Todo es todo, lo encuentro infinito ¿Quien sabe la cantidad de propiedades o combinaciones de elementos que quedan por explorar, las utilidades potenciales subyacentes en la naturaleza, que todavía no hemos descubierto?
Si trasladáramos, en forma metafórica, el grado posible total de desarrollo científico-tecnológico, a una escala numérica, y conviniéramos, a título ilustrativo, en que el número mil representa el límite superior ¿En que punto del gráfico podríamos decir que estamos ubicados?¿En 400, 200, 10, 0.5, menos?¿Cómo podemos determinarlo?
Después de todo, al hablar de campos específicos, como la genética por ejemplo, más allá del bullicio publicitario ocasionados por los medios de comunicación, los científicos objetivos se apresuran a manifestar que resta mucho camino por recorrer.
Alguien podría objetar que hoy contamos con un nivel de desarrollo tecnológico mucho mayor que el existente, por ejemplo, un siglo atrás, y que por ende, sería legitimo afirmar, en este sentido, que la ciencia (la tecnología en realidad) esta avanzada.
Sin embargo, al realizarse esta comparación, no contra el cúmulo total de conocimiento alcanzable, dato del que, como ya dijimos, no disponemos, sino contra el cúmulo total de conocimiento alcanzado por el hombre en un momento anterior, el razonamiento sigue siendo ambivalente. Lo que demuestra, en todo caso, es la ignorancia del hombre, que en aquel momento anterior desconocía tantas cosas. En esa misma línea de pensamiento podemos preguntarnos cuantas cosas, factibles de ser conocidas, seguimos ignorando hoy en día.
No se trata de menoscabar el pensamiento científico, sino de encuadrar las cosas en su justa dimensión. De ninguna manera podemos utilizar las escrituras para respaldar la ignorancia. Al contrario. Pero el avance en la exploración del universo y la naturaleza, en todos sus aspectos, debiera llenarnos de humildad, frente a la grandeza de su creador, antes que de arrogante autoconfianza en una humanidad que, viéndolo en perspectiva, avanza como a tientas.
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