The Dying Art of Thinking, por Ravi Zacharias, en español. Traducción y adaptación: Salí de la pecera (I).
El filósofo del siglo XVII Rene Descartes es particularmente conocido por su postulado “pienso, luego existo”. Se podría decir con cierta ironía que Descartes puso en realidad la carreta antes que los caballos, ya que en realidad la único deducción válida que podría haber hecho era “Pienso, luego el pensamiento existe”. No pretendo sin embargo defender o refutar la filosofía cartesiana; mi intención es remarcar el hecho de que el pensamiento tiene mucho que ver con la vida y con la certeza.
Nunca asumiríamos que una persona sentada frente a su escritorio con la mirada perdida en algún punto más allá de su ventana está trabajando. ¡No! ¡Pensar no es trabajar! No obstante, de haber Newton bajo el árbol, o Arquímedes en su bañera aceptado este prejuicio, algunas leyes naturales estarían todavía flotando en el aire o sepultadas bajo una roca inamovible. Los Pensees (pensamientos) de Pascal, una obra que inspiró a millones, nunca habría sido escrita.
La Biblia otorga un lugar de preeminencia a la vida pensante. “Como un hombre piensa en su corazón, tal es él,” escribió Salomón. Jesús afirmó que el peso del pecado yace en la idea misma, no sólo en el acto. Pablo exhortó a la iglesia de Filipos a tener la mente de Cristo, y a las mismas personas escribió, “lo que es verdadero… puro… si hay virtud alguna… en esto pensad.”
Los seguidores de Cristo deben demostrar al mundo lo que es realmente pensar, y más aún, lo que es pensar rectamente.
Palabras claves: Ravi Zacharias en español. Recursos.
Artículo original disponible en línea en http://www.rzim.org
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