Segunda parte.
Cambiar la mente.
La iglesia como un todo, y el púlpito en particular, deben desafiar la mente de esta generación, de otra forma estaríamos traicionando nuestra propia confianza. Hoy día el joven promedio rinde su intelecto al mundo presuponiendo que el cristianismo está excento de esto. Muchos púlpitos han sucumbido a la mentira de que nada intelectual puede ser espiritual o exitante.
Afortunadamente hay excepciones. Cuando vivíamos en Inglaterra, nuestra familia asistía a una iglesia pastoreada por Roy Clements, uno de los mejores predicadores del mundo occidental. Cada domingo en dos servicios matutinos predicaba un sermón de una hora a un auditorio repleto.
Cambridge, estando plagada de escepticismo, requiere de una meticulosa defensa de cada sermón para ponerlo a salvo de los asaltos del liberalismo. Clements podía ocupar 15 minutos de su tiempo con una introducción de carácter técnico antes de entrar en el corazón de su mensaje.
Menciono esto para decir una cosa. Cuando estabamos viviendo en Cambridge, Nathan, que tenía 9 años, manifestó que las predicas de Roy Clements eran uno de sus recuerdos más afectuosos. Incluso como un niño pequeño el había aprendido que cuando la mente es abordada correctamente, esto se filtra hacia el corazón. El asunto que comparto aquí tiene grandes implicancias. Ocasionamos un perjuicio a nuestros jóvenes al no concederle crédito a su capacidad de pensar. No podemos dejar esto sin corregir.
Palabras claves: Ravi Zacharias, recursos. Ravi Zacharias, español.
Artículo original disponible en línea en http://www.rzim.org
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