domingo, 21 de noviembre de 2010

Amar sin motivo

Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente,apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguien tuviera el valor de morir por el bueno. Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5:6-8

Pasaje conocido si lo hay, dice algo sin embargo en lo que no siempre reparamos. La sociedad le otorga valores a las cosas, distintos valores. A medido que el ser humano crece, dentro de una cultura determinada, aprende a valorar el mundo que lo rodea de acuerdo a esa escala. En general tenemos una tendencia a amar aquellas cosas que son valiosas para nuestra cultura. En cuanto a las personas, particularmente, percibimos como más dignas de ser amadas aquellas que cumplen o acaparan cierto número de aquellos atributos que consideramos valiosos: belleza, simpatía, cierta destreza, etc.

Pablo nos recuerda el hecho de que Cristo murió por nosotros cuando aún eramos débiles, siendo aún pecadores. El amor de Dios no se basó en algún atributos favorable que pudiéramos ostentar.

Esto nos enseña por lo menos dos cosas. Una, que Dios simplemente nos ama. El puede agradarse en nosotros cuando hacemos lo bueno, por supuesto, igual que a nosotros nos gusta la compañía de aquellos con quienes tenemos afinidad, pero más allá de eso nos ama a pesar de lo imperfectos que podamos ser. Cristo murió por el hombre cuando este estaba todo lo alejados de Dios que pudiera estar. Eso demuestra lo incondicional de su amor.

En segundo lugar es un llamado de atención a la forma en que nosotros estamos dispuesto a conceder nuestro amor. Debemos amar a las personas en cuanto personas, y no en base a los atributos que para la sociedad son valiosos. Amar no solo a los que nos gustan o nos caen bien sino a todos los que nos rodean y forman parte del núcleo en que nos desplazamos.

Nuestra cultura nos impone un modo de ver las cosas según el cual algunos nos dignos de ser amados y otros son patéticos. El ejemplo de Cristo nos insta a amar al prójimo cualquiera sea su condición, así como Dios nos amó a nosotros.

3 comentarios:

hapuc dijo...

que hermoso!!...

Guille dijo...

:)

koinonia dijo...

Motivador!
Lleno de esperanza y compromiso.
Gracias por el enfoque.
bendiciones desde Guadalajara, jalisco. México
Vicky