martes, 29 de marzo de 2011

El buen vino

El encargado del banquete probó el agua convertida en vino sin saber de dónde había salido, aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Entonces llamó aparte al novio –Todo hombre sirve primero el buen vino, y cuando han bebido mucho, el inferior; sin embargo, tú has reservado el buen vino hasta ahora.
Juan 2: 9 y 10


Con frecuencia tenemos la tendencia a pensar la obediencia a Dios más como un deber que como un privilegio o un motivo de disfrute. Existe muchas veces la idea más o o menos consciente, más o menos inconsciente, de que vivir sin someternos al imperio de las escrituras es en realidad más satisfactorio en términos de goce o de deleite, que vivir de acuerdo a estas.

Lo que Jesús hizo a nivel físico en el primer milagro de que tenemos registro es de alguna manera ilustrativo de lo que él tiene potestad para hacer, a cualquier nivel, en la vida de las personas, y desmiente el prejuicio enunciado en el párrafo anterior.

Dios es el creador de todo y el dueño y fuente de toda perfección. Además posee sabiduría infinita. Es imposible que cualquier cosa, de cualquier índole, sea mejor siendo hecha de una manera diferente a la que él planeo o ejecuta. El vino producido milagrosamente por Jesús fue notablemente superior al vino fabricado por sus contemporáneos. El encargado del banquete, de paladar entrenado y entendido en la cuestión, no pudo dejar de llamar la atención sobre la sobresaliente exquisitez del producto.

Creo que de este episodio se desprende un concepto que va más allá de la simple ilustración poética, para convertirse en una verdad solida: lo que Dios hace, lo que se hace siguiendo su guía y su dirección, es siempre mejor, más disfrutable, más noble, más exquisito. Lo que Dios produce, es siempre superior.

lunes, 28 de marzo de 2011

Evadiendo la exaltación

Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerlo rey, volvió a retirarse al monte él solo. Juan 6:15

Jesús no sólo estuvo dispuesto a sufrir dolor y desprecio a fin de cumplir la voluntad de Dios, sino que además estuvo dispuesto a evadir lo opuesto, es decir la exaltación, el aplauso y la alabanza humana, si esta no se ajustaba a la divina voluntad.

La tendencia en mi como hombre es marcadamente diferente. Si existe la posibilidad de acceder a alguna posición bien vista por los demás en cualquier esfera de actividad social en la que me desenvuelva, siento la inclinación a afanarme por conseguirla, al punto de estar sumamente ansioso al respecto y de centrar gran parte de mis pensamientos en ello, convirtiéndolo en el centro de mis preocupaciones. Cuando la consecución de ese objetivo, por otra parte se retarda, o se malogra por completo tiendo a sentirme frustrado y decepcionado.

Señor, enseñame a ser como Jesús. Mi objetivo tiene que ser ceñirme a tu voluntad y descansar en ella, y no el buscar posiciones de relevancia o exaltación a nivel social que no estén en tus planes. moldeá mi mente y mi corazón para que piense y sienta de acuerdo a esto. En el nombre de tu Hijo, amén.