domingo, 25 de enero de 2009

Sobre el gran avance de la ciencia ( II )

En segundo lugar, encuentro que el calificativo de "avanzada" es, cuanto menos, ambiguo, aún cuando se aplique a la tecnología. Para determinar el grado de avance de algo, es condición necesaria conocer el límite máximo a que puede llegar. Si estoy subiendo una escalera de 100 peldaños y voy por el número 78, puedo decir que estoy avanzado, porque me falta menos de un cuarto para llegar al final, si estoy cursando una carrera de 39 materias y ya aprobé 31, también puedo decir que estoy avanzado. Hasta podría determinar en ejemplos de este tipo el grado de avance exacto, con una simple cuenta. Con el desarrollo científico-tecnológico, no podemos hacer lo mismo. Por empezar, no sabemos cual es el tope de este desarrollo, o siquiera si lo tiene. No estoy de acuerdo con la gente que dice "ya está todo inventado" ¿Cómo puedo estar todo inventado? Todo es todo, lo encuentro infinito ¿Quien sabe la cantidad de propiedades o combinaciones de elementos que quedan por explorar, las utilidades potenciales subyacentes en la naturaleza, que todavía no hemos descubierto?

Si trasladáramos, en forma metafórica, el grado posible total de desarrollo científico-tecnológico, a una escala numérica, y conviniéramos, a título ilustrativo, en que el número mil representa el límite superior ¿En que punto del gráfico podríamos decir que estamos ubicados?¿En 400, 200, 10, 0.5, menos?¿Cómo podemos determinarlo?

Después de todo, al hablar de campos específicos, como la genética por ejemplo, más allá del bullicio publicitario ocasionados por los medios de comunicación, los científicos objetivos se apresuran a manifestar que resta mucho camino por recorrer.

(Continúa)

sábado, 24 de enero de 2009

Sobre el gran avance de la ciencia ( I )

Me gusta la ciencia y me encanta la tecnología. No soy de los cristianos para los cuales razón o ciencia son conceptos opuestos a fe. Al contrario. Sin embargo tengo un problema con la frase “el gran avance de la ciencia”.

En primer lugar encuentro una confusión de términos. Cuando alguien dice que la ciencia esta avanzada, en realidad lo que quiere decir, la mayoría de las veces, es que la tecnología esta avanzada. Tecnología y ciencia no son lo mismo. La tecnología es en todo caso una aplicación de la ciencia, y de áreas específicas de esta. Hace referencia, grosso modo, a conceptos tangibles, factibles de ser medidos, cuantificados, comprobados e implementados en el diseño de instrumentos útiles al hombre. Ciencia es un concepto mucho más amplio y abarca un extenso abanico de abstracciones, leyes, hipótesis y teorías.

Al hablar del “gran avance de la ciencia”, sin ningún tipo de distinción, uno pone en la misma bolsa, por ejemplo, Internet o los viajes al espacio, con el psicoanálisis, la historia o la antropología. Evidentemente no podemos imputar al segundo grupo el mismo grado de desarrollo o presición que al primero.

No es por menoscabar algunas ramas de la ciencia en relación con otras, pero es importante despejar un poco esa imagen confusa que tenemos en la cabeza al hablar de ciencia. El hecho de haber llegado a la luna o la posibilidad de comunicarnos instantáneamente con el extremo opuesto del planeta, no nos convierte ni por lejos en conocedores absolutos de todos los misterios que conlleva nuestra existencia, ni convalida de forma automática todo lo que en nombre de la ciencia o en base a sus métodos se diga.

(Continúa)

lunes, 12 de enero de 2009

Reflexiones acerca de lo inexplicable

El uso de clichés es un mal bastante común en el ámbito cristiano. Se toma una frase, se la estandariza, y se la repite una y otra vez cómo respuesta automática. Esta desnaturalización de las palabras parece responder a un deseo común en el hombre de tener todo ordenadito en moldes y categorías fácilmente asimilables, simplificando así cuestiones que se presentarían de otro modo difíciles de digerir.

Un clásico ejemplo lo representa la frase “los caminos del Señor son insondables” o similar, como respuesta a desgracias humanas o a cuestiones teológicas o doctrinales aparentemente irreconciliables entre si.

Lo malo de esta costumbre es que impide pensar, profundizar y hacer carne propia las expresiones utilizadas, en el caso que sean válidas. De hecho, tal vez sea este el mayor riesgo. No que se tornen populares frases infundadas (cosa que también sucede) sino que se desnaturalizan por el abuso y se tornen inverosímiles, principios que tienen su origen en la verdad de Dios.

Volviendo al ejemplo anterior, lo inexplicable en muchos aspectos del modo de proceder divino, de su pensamiento y de su persona, está de acuerdo no sólo con la escritura sino también con la lógica y la interrelación entre ambas. No se trata de una simple excusa inventada por el hombre creyente para soslayar cuestiones difíciles, aunque muchas veces sea usada de esa forma, o una acomodación forzosa al registro bíblico. De haber un Dios eterno e infinito, creador del mundo y el hombre, del espacio y del tiempo, este Ser necesariamente debe poseer una complejidad y superioridad que escape a la comprensión del humano finito.

Lo ilógico sería concebir dioses limitados y sometidos a las mismas conductas erráticas que los hombres, como los que pueblan con frecuencias diversas mitologías, meras proyecciones del accionar humano, fácilmente predecibles.

No obstante lo antedicho, lo significativo del asunto, es que no por ser infinito Dios se vuelve completamente incognoscible, sino que el mismo se revela a sus creaturas complaciéndose en hacerse conocer y ser conocido. Pensándolo de esta manera, la infinitud divina se convierte no en un obstáculo o motivo de desánimo, sino en un incentivo a internarse en las profundidades de su revelación, en una búsqueda de ilimitadas posibilidades.

El Dios eterno se introdujo en el tiempo y el espacio, se aprojimó, habló con voz de hombre y con hechos de hombre para que el hombre lo pudiera entender, y en el acto de mayor entrega posible, padeció en lugar del hombre, culminando mediante la obra más incomprensible, la más acabada revelación.

Esta sublime paradoja brinda material por si sola para explorar indefinidamente. Es también un tema bastante manoseado, pero se presenta, a quien sepa encararlo con franqueza, libre de clichés e ideas prefabricadas, como un camino digno de ser emprendido.



Algunos pasajes para pensar al respecto: Is 55:8 – 9, Hech 17:24 – 27, Juan 14:7 - 9